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La digitalización y la sostenibilidad vienen al rescate de la industria del vestido

El consumismo despilfarrador tiene un enorme costo ambiental, y la industria del vestido es altamente derrochadora y perjudicial para el planeta. Los nuevos modelos de negocio digitales centrados en la reutilización y la reventa están cambiando a la industria para bien, tanto en la región como en otros lugares.

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La “moda rápida” ("fast fashion") propiamente dicha despegó a principios de la década de 2000. Es probable que lleve puesta algunas de sus prendas ahora mismo. Supone el diseño, la fabricación, la distribución y la comercialización rápidos de prendas de moda poco costosas. Y está desatando una crisis enorme.

Para entender la naturaleza de esta crisis, hay que comprender que los minoristas de ropa ofrecen ahora una gama increíblemente amplia de estilos con una rapidez en la presentación de nuevas colecciones nunca antes vista. Comprar ropa es ahora una afición, y nuestros armarios nunca han estado tan llenos.

Este consumismo despilfarrador provoca un enorme daño ambiental. Ya en 2015, el documental The True Cost puso de manifiesto algunos datos preocupantes: cada año se compran 80.000 millones de prendas de vestir en todo el mundo, y la moda es el segundo mayor contaminante después de los hidrocarburos. Según la Fundación Ellen MacArthur, la industria de la moda es responsable del 10% de las emisiones mundiales de CO2 por año.  También es la segunda industria que más agua consume, y una de las que más la contamina. Es alarmante saber que esta industria consume el 25% de los productos químicos fabricados en el mundo.

Solo en EEUU, una persona promedio tira más de 35 kg de ropa al año. La mitad de la ropa nueva se desecha en 12 meses, y la gente tiene cuatro veces más prendas que en los años 80. Sin embargo, la principal fuente de desechos proviene de los fabricantes y minoristas que se deshacen del inventario no deseado ni vendido, teniendo en cuenta que la moda tiene un exceso de producción de más del 30% cada año.   Para agravar aún más la situación, el 85% de los textiles se queman o terminan en vertederos. La región chilena de Atacama es víctima de la moda.  Todos los años, se tiran 39.000 toneladas de ropa en el desierto.

Las externalidades sociales son igualmente preocupantes. Una de cada seis personas en el mundo trabaja en la industria de la moda, y una abrumadora mayoría son mujeres, que a menudo son menores de edad y ganan una miseria. Las condiciones de trabajo también pueden ser peligrosas, tanto en las fases iniciales con los agricultores como en las fases posteriores de la cadena de valor en las plantas de fabricación.

En América Latina y el Caribe, la moda representa cerca del 2% del PIB, y crece exponencialmente. Los mercados más grandes son Brasil y México, mientras que Perú y Colombia experimentan un crecimiento muy rápido. Es interesante destacar que la región tiene potencial en algunos frentes, como el uso de fibras naturales y el predominio del trabajo artesanal, así como la alta participación de MIPYME. Desafortunadamente, aún sigue habiendo una escasa integración de las cadenas de valor regionales.

Estos problemas de la industria de la vestimenta reclaman la atención de la comunidad internacional del desarrollo. Los temas por abordar son muchos, desde las condiciones de trabajo decente y los salarios competitivos hasta el uso más eficiente de los recursos, la mejora de las prácticas agrícolas sostenibles y la promoción de la economía circular, con la reutilización de los materiales.

Para 2025, se espera que las ventas de ropa usada aumenten once veces más rápido que el sector de indumentaria minorista más amplio y alcancen ingresos por US$77.000 millones a nivel mundial. Esto forma parte de una respuesta global que comenzó durante la pandemia, cuando aumentó la concienciación sobre modelos más sostenibles, en especial entre las personas de la generación Z. Los nuevos modelos de negocio digitales abordan las deficiencias de la moda rápida. Gracias a la banda ancha móvil y los teléfonos inteligentes, los mercados digitales de ropa usada suscitan el interés fenomenal de compradores y vendedores con poco dinero o preocupados por la sostenibilidad. Estos modelos de negocio también cuentan con el fuerte apoyo de la comunidad de capital de riesgo.  

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En Estados Unidos, Poshmark, con el respaldo de inversores como Menlo Ventures y GGV Capital, entre otros, es un mercado digital (“marketplace”) social cuya misión es hacer que la compra de ropa de reventa sea sencilla y divertida. Tras recaudar más de US$150 millones en capital, ahora cotiza en bolsa y tiene un valor de más de US$1.200 millones. Depop, uno de los principales actores del comercio de reventa (“re-commerce”), recaudó más de US$100 millones a través de varias rondas de sofisticados fondos de capital riesgo, incluido General Atlantic. Fue adquirida por ETSY el año pasado por US$ 1.600 millones, un múltiplo de 25 veces los ingresos. 

ThredUP es otro mercado digital similar que cuenta con fuertes patrocinadores, entre ellos Redpoint Ventures y Highland Capital, y que comenzó a cotizar en bolsa en 2021. Su objetivo es inspirar a una nueva generación de consumidores a pensar "primero en lo de segunda mano". Tradesy, respaldada por Kleiner Perkins Caufield & Byers, Northgate Capital y Richard Branson, es una plataforma digital P2P centrada en marcas de alta gama. Wearwell y Good On You van un paso más allá en lo que respecta a verificar las declaraciones de sostenibilidad de las marcas y recopilar productos sostenibles en un único lugar.

América Latina también está experimentando esta transformación, aunque aún se encuentra en la fase inicial. La oportunidad se sustenta en los volúmenes récord de capital de riesgo y en talentosos emprendedores locales con un mandato social. En Brasil, el mercado online Enjoei comenzó a operar en bolsa en 2021, mientras que en México y Colombia, GoTrendier es claramente el mercado de reventa de referencia, con más de 10 millones de artículos en inventario.

Los mercados digitales, así como las plataformas tecnológicas que posibilitan las transacciones, están alterando la operatoria de los sectores tradicionales a través de la innovación, la eficiencia y la inclusión. Los mercados de reventa de ropa tienen grandes ventajas respecto de las tiendas físicas. Las herramientas de inteligencia artificial permiten una experiencia de usuario única y personalizada basada en sus gustos y preferencias. Las plataformas no tienen inventario ni incurren en costos de almacenamiento. Así, se sustituyen miles de metros de costosos inmuebles por una aplicación de un centímetro cuadrado en un teléfono inteligente. Los compradores y vendedores no se desplazan, ya que la logística y los pagos se gestionan a través de la aplicación.    

Ahora, el éxito se define por la "sostenibilidad" del modelo de negocio. Los mercados digitales de reventa ayudan a reducir los costos para los compradores – teniendo en cuenta que hasta hace poco el valor de la ropa bajaba a cero al salir de la tienda – ofrecen otra fuente de ingresos a los vendedores, ayudan a prolongar el ciclo de vida de la ropa y promueven la economía circular. Según ThredUP, el sector tiene el potencial de reducir más de 140 millones de toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero en 2030.

Curiosamente, muchos minoristas también se han subido a este carro. Entre tantos, H&M invirtió en el mercado de segunda mano Sellpy, mientras que Benetton se asoció con Depop. Las plataformas están aprovechando este interés y ofrecen la "reventa como servicio" para que las marcas establecidas puedan promover alternativas circulares, como Adidas a través de ThredUP. Algunas marcas están impulsando sus propias soluciones: Nike Refurbished toma los zapatos deportivos devueltos por los clientes después de 60 días y los prepara para su reventa a precios más bajos. Por su parte, Worn Wear de Patagonia fomenta la reparación, el intercambio y el reciclaje de sus productos.

Está claro que la moda se está reinventando y debe seguir desarrollando sistemas de producción, materiales y modelos de negocio innovadores que permitan que la ropa tenga un menor impacto ambiental, que se pueda usar durante más tiempo y que se convierta en ropa nueva cuando ya no se la necesita; es decir, la economía circular aplicada al segmento de la moda.

Las plataformas digitales de reventa de ropa provocan un triple impacto: generan valor económico, social y ambiental. Representan un modelo al que vale la pena seguir de cerca. ¡Tome nota de esto, y vístase como corresponde!

 

 

 

 

 

Autores

Guillermo Mulville

Guillermo lidera el equipo de Telecomunicaciones, Medios y Tecnología (TMT) de BID Invest, adonde ingresó en 2016. Es responsable del desarrollo de

Cristóbal Salas

Cristóbal es Oficial Líder de Inversión en el equipo de Inversiones de Capital y Financiamiento Mezzanine de BID Invest, a donde ingresó en 2018. Es r

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