Sostenibilidad, la vacuna para las economías de América Latina y el Caribe
América Latina y el Caribe (ALC) alberga al 8% de la población mundial, pero representa el 40% de las muertes mundiales relacionadas con el coronavirus. El impacto desproporcionado de la pandemia en la región crea tanto incertidumbre como oportunidades para una mejor reconstrucción.
La crisis del coronavirus ha subrayado dos imperativos urgentes para nuestros países. El primero es la inclusión. Las brechas en el acceso y la calidad de la atención médica, así como en las condiciones de trabajo, como el teletrabajo y los seguros, entre los grupos vulnerables, como las mujeres, los pueblos indígenas y las pequeñas empresas, son amplias y están provocando desequilibrios e ineficiencias sociales. Las mujeres, por ejemplo, están desproporcionadamente representadas en el sector informal, con un 33% de participación en el sector en comparación con un 7% de hombres. El segundo es el medio ambiente. El cambio climático es como una eterna pandemia y sus impactos en la agroindustria, el turismo y el transporte empeoran cada año. No habrá una recuperación a largo plazo de esta crisis a menos que se aborden estos desafíos duales y las inversiones sostenibles ofrezcan una solución concreta.
Desde el comienzo de COVID-19, los fondos de inversión sostenibles han experimentado un aumento constante en los influjos de inversión y rendimientos superiores al promedio. Los activos que siguen los principios ESG (medioambientales, sociales y de gobernanza) pronto pueden representar el 44% de los activos globales bajo gestión, según una estimación de JP Morgan. Esto sugiere que los fondos de inversión sostenibles brindan esperanza a los gestores activos afectados por un éxodo de capital hacia productos más pasivos. Dichos fondos atrajeron entradas netas de US$71.100 millones a nivel mundial entre abril y junio de este año, lo que llevó a los activos bajo gestión a un nuevo máximo de poco más de un billón de dólares, según Morningstar.
Un mejor gobierno corporativo y una gestión de la cadena de suministro más sólida sugieren por qué dichos fondos superaron sus índices de referencia. En los primeros cuatro meses de 2020, mientras la pandemia trastornó los mercados, el índice S&P 500 ESG superó al índice S&P 500. Para nuestra región, este tipo de inversión tiene el potencial de generar crecimiento, inclusión y protección ambiental.
Instituciones multilaterales como BID Invest buscan liderar la evolución de la inversión sostenible desde una mentalidad defensiva enfocada en mitigar los costos sociales negativos de las inversiones a una mentalidad intencional, enfocada en tratar de lograr retornos financieros y sociales, como destacamos en un reciente webinario. Hablamos de que las instituciones multilaterales protegen para promover. Los bancos de desarrollo no solo buscan proteger las comunidades y el medio ambiente, sino que también buscan promover la inclusión social y resiliencia que contribuyan a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la ONU. Además, su impacto se vuelve exponencial cuando movilizan recursos de terceros. La situación actual subraya la gran urgencia de trabajar con inversores para reducir el riesgo transaccional y atraer capital adicional de los mercados locales e internacionales.
Los inversores acuden a nosotros gracias a nuestro conocimiento local de la región, junto con nuestros altos estándares de ESG y gestión de riesgos, así como los pasos que hemos tomado para medir el impacto en el desarrollo. Esto incluye el completo Marco de Gestión de Impacto de BID Invest, que proporciona una estandarización que promueve una mayor claridad, credibilidad y comparabilidad entre las inversiones.
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Estos elementos convergen en el enfoque de inversión sostenible de BID Invest, que condujo al financiamiento de proyectos recientes. En la Circunvalación de Chimbote en Perú, estamos financiando 356 km de la Panamericana Norte en Perú (Red Vial 4). Nuestro préstamo de US$30 millones atrajo US$320 millones de desarrollo adicionales de bancos locales e internacionales.
Antes de eso, compramos un bono de género de Davivienda en Colombia. Esta estructura de financiamiento ofrece incentivos basados en el desempeño para la originación de préstamos a pequeñas y medianas empresas dirigidas y operadas por mujeres.
Por último, en el sector textil de Honduras apoyamos el rebote de la economía local otorgando al negocio textil de Elcatex un préstamo de US$96 millones para incentivar las operaciones con las PYMEs en su cadena de suministro, con un enfoque particular en la identificación de oportunidades para las proveedoras femeninas.
Estos ejemplos destacan cómo las instituciones financieras internacionales utilizan sus conocimientos, estándares y capital acumulados para desempeñar un papel anticíclico fundamental en la recuperación del sector privado. La sostenibilidad puede ser la cura apropiada para el capital local e internacional que busca tanto retornos como una oportunidad para apoyar el desarrollo regional.
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