El apoyo del sector público que las Fintech necesitan
Durante el reciente Congreso Fintech organizado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en Tegucigalpa, tuve ocasión de conversar con los emprendedores que están detrás de la única Fintech existente en Honduras. Comentamos que el sector relacionado con las nuevas tecnologías y el sector financiero sigue creciendo a un ritmo imparable: en América Latina y el Caribe existen 1.166 Fintechs, equivalente a un crecimiento del 66%. Ellos, sin embargo, llevan seis años tratando de conseguir la viabilidad legal y comercial de una app para el envío de remesas que hace tiempo funciona en África. Aún no lo han logrado.
El potencial de la industria financiera en América Latina y el Caribe es extraordinario. Partimos de una región donde 210 millones de personas, el 46% de la población, no tiene una cuenta bancaria y donde las pymes, que representan el 90% de las empresas, tienen dificultades para acceder a crédito por falta de historial crediticio y garantías.
Esta situación de exclusión financiera podría cambiar rápida y radicalmente con el desarrollo tecnológico y el acceso al Internet. Al mismo tiempo, podría dinamizar nuevos emprendimientos digitales de alto valor agregado para los países, así como potenciar nuevas líneas de negocio para la banca tradicional.
La oportunidad de las Fintech latinas
¿Pero cómo apoyar el desarrollo de un ecosistema Fintech en la región? Como muestra el caso del emprendimiento hondureño, los primeros retos que las Fintech encuentran son marcos regulatorios inexistentes o inadecuados, a lo que se suma la falta de apertura al diálogo por parte de los reguladores y, sobre todo, la rigidez y lentitud del sector público frente al dinamismo de estos sectores tecnológicos.
Según un estudio del BID y Finnovista, el 40% de las empresas Fintech indica que no existe regulación específica en su país pero que sí es necesario contar con ella; solo el 28% considera que la regulación actual es adecuada para su segmento de negocio. En términos de la percepción sobre la apertura al diálogo con los reguladores, el 56% dice que es débil o no existe, frente a un 44% que reconoce que es fuerte.
Lo cierto es que algunos países donde el fenómeno Fintech está más desarrollado ya se están dando los primeros pasos para apoyar este proceso. Ejemplos de eso son la apertura del diálogo público-privado en Honduras, donde el Banco Central ha anunciado la creación de una Mesa de Innovación Tecnológica, o con nuevas regulaciones como la Ley Fintech en México, el Proyecto de Decreto sobre Crowdfunding en Colombia o la consulta pública del Banco Central de Brasil.
El rol de las multilaterales
También las multilaterales se han sumado a este proceso imparable. Desde el BID, por ejemplo, se ha brindado asistencia técnica en materia de políticas públicas y reglamentación en varios países; a nivel regional, se ha trabajado en el contexto de la Alianza del Pacífico. Asimismo, se han celebrado acuerdos como el firmado por BID Lab, el laboratorio de innovación del Grupo BID, con Singapur, líder mundial en Fintech, para aprovechar el conocimiento de este último en temas de regulación e innovación en el sector financiero.
Va a ser necesario el apoyo y el compromiso de todos para crear ecosistemas funcionales robustos con políticas públicas ágiles. Estos ecosistemas debieran brindar una mirada integral a la oferta y la demanda para generar las plataformas, los insumos y el desarrollo de las capacidades en el Estado, las empresas, el mundo académico y la sociedad.
No será un camino sencillo, pero el desarrollo vendrá de forma más rápida si logramos apoyar a nuestros emprendedores. Conectividad, accesibilidad, cambio de paradigmas y una nueva mentalidad son algunas de las recetas de éxito que escuchamos en el Congreso Fintech de Tegucigalpa para lograrlo. Preparémonos y saquémosle a las Fintech el mejor partido.■
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