La inclusión financiera es necesaria para una sociedad armoniosa
Un sistema financiero completo no solo debe ser solvente, también debe facilitar las transacciones, y ofrecer crédito e instrumentos de ahorro a las familias y empresas que puedan hacer un buen uso de estos servicios, independientemente de su tamaño. Esta es la razón de ser del sistema bancario. Porque si algo hemos aprendido en los últimos años, es que los pequeños y microempresarios no son sujetos de crédito más riesgosos, solo son diferentes. De igual modo, empíricamente se ha comprobado que las familias pobres y las de los segmentos de más bajos ingresos también ahorran, su propensión marginal al ahorro es diferente al de las familias ricas, pero al fin y al cabo también ahorran.
Estas diferencias de comportamiento de los clientes han sido bien entendidas por los intermediarios financieros; por ejemplo, hoy en América Latina y el Caribe hay más de 1.000 entidades ofreciendo microcrédito a 22 millones de microempresas, que mantienen un cartera de crédito de US$40.000 millones. Lo interesante es que esos créditos son financiados en su mayor parte por depósitos y ahorros del público, lo que quiere decir que la sociedad reconoce ese sector como unoque merece y puede ser financiado, y por eso fluyen recursos en forma creciente hacia el mismo.
A pesar de esos avances, se estima que la cantidad de microempresas en la región asciende a 86 millones, y tan solo un 25% de esas tienen acceso al crédito por parte de intermediarios financieros. Las brechas para el financiamiento de las pequeñas medianas empresas son muy amplias, se estima que hay en la región 3,4 millones de pequeñas y medianas empresas, y la brecha de financiamiento se estima en US$235.000 millones. Con respecto al acceso a cuentas de ahorro en la banca, existe en la región un mercado no explotado de 150 millones de adultos que no tienen una cuenta de ahorros.
Las políticas de inclusión financiera pueden mejorar el bienestar de la sociedad, y en la medida de lo posible, puede ayudar a las empresas y familias hacer realidad sus sueños, y materializar sus planes de crecimiento e inversión; aprovechando sus oportunidades y aumentando su acervo de capital humano y físico podrán, en esa medida, contribuir a reducir la pobreza.
Este fenómeno es particularmente importante en América Latina y el Caribe en donde entre 2002 y 2013 la cantidad de personas que viven en la pobreza se ha reducido en 60 millones. Estas personas pasan a engrosar una nueva clase económica, que demanda bienes y servicios –particularmente educación, salud y vivienda– que pueden ser adquiridos únicamente mediante productos y servicios financieros diseñados a su medida.
De igual manera, se nota un aumento en la demanda por seguros, que les permitan disminuir la vulnerabilidad; y hasta de seguridad social, que les dé protección para cuando envejecen. Los intermediarios financieros ya se están ajustando para incorporar a esta nueva ola de clientes en sus carteras de créditos y en la oferta de sus productos, por lo que, aún en el caso de que América Latina y el Caribe crezcan a un ritmo moderado, será un crecimiento inclusivo, lo que es preferible a un crecimiento acelerado, pero excluyente.
*Sobre el Autor:
Tomas Miller se unió al FOMIN en el 2000 y dirige la Unidad de Acceso Financiero, que supervisa la cartera de préstamos y patrimonio relacionado con las microfinanzas, el capital de riesgo, capital en fase inicial, la financiación de la pequeña empresa, y los servicios financieros para las personas de bajos ingresos.
Del blog Tendencias, del Fondo Multilateral de Inversiones
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