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¿Pueden ser los paneles solares los móviles del futuro?

La revolución tecnológica en la energía solar, con una caída significativa de costes, representa la mejor solución al problema de conectar a la red eléctrica a comunidades aisladas. Pero estos modelos representan también una visión de un posible futuro con redes descentralizadas o incluso de clientes que no solo consumen energía sino que producen para inyectarla a las redes.

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La revolución de la telefonía móvil nos ha cambiado la vida a todos, pero sobre todo a las personas que no tenían teléfono fijo: los más pobres y residentes en comunidades aisladas. La revolución de la energía solar está teniendo un efecto similar.

Al igual que la telefonía convencional por cable se sustenta en redes de creación y mantenimiento costoso, que tienen que conectarse físicamente con domicilios y oficinas, los cables eléctricos de alta tensión representan una gran inversión de capital. De hecho, esta inversión se multiplica en muchas comunidades de difícil acceso, lo que explica por qué en América Latina y el Caribe (ALC) hay regiones enteras, en selvas, montañas o islas, sin acceso a la red eléctrica. Actualmente, representan una proporción inferior al 5% del total de la región.

Esta situación causa enormes perjuicios de todo tipo para las comunidades aisladas. Sin acceso a la red, los generadores eléctricos que consumen queroseno u otros combustibles igualmente contaminantes, las velas y la leña son el único método para llevar a cabo tareas tan comunes como cocinar, iluminarse de noche... o incluso cargar el móvil.

La revolución tecnológica en la energía solar, que ha permitido una caída en picado de los costes de producción en los últimos años, representa la solución más prometedora a estos problemas. El precio de los módulos fotovoltaicos ha bajado de unos $2 por vatio generado a $0,21 durante la última década, según un reciente estudio de BloombergNEF.

Esto ha llevado a varias de las mayores economías de la región a redoblar su apuesta por la energía solar, con grandes inversiones. Pero economías más pequeñas, como Honduras, también se han lanzado por el mismo camino, con apoyo de bancos de desarrollo, con el fin de disminuir su dependencia de combustibles fósiles, que representan el 45% de las fuentes de generación eléctrica en Centroamérica.

Gráfico

BID Invest tiene un papel relevante en esta revolución. En septiembre, de la mano de los recursos de Financiamiento Mixto del Fondo de Tecnología Limpia (CTF) completó una inversión de capital de US$5 millones en Kingo Energy, un proveedor de energía solar de prepago para hogares y pequeñas empresas en comunidades rurales que no están conectadas a la red eléctrica. Los fondos ayudarán a Kingo Energy a financiar su plan de expansión, a través de sus subsidiarias operativas en Guatemala y Colombia.

El modelo de negocio de Kingo Energy en ALC se basa en instalar paneles solares y baterías a cada cliente que así lo desee, y luego cobrarles por el tiempo de uso de la electricidad con un modelo de prepago en forma de código, que permite desbloquear la batería. Los días en que no se usa, no se paga, lo que ofrece mayor flexibilidad a clientes que frecuentemente no tienen muchos ahorros.

Los fondos de BID Invest ayudarán a Kingo Energy a aumentar la cantidad de unidades instaladas en hogares sin conexión a la red y reducir su huella de carbono, así como a reforzar su modelo de negocios con el lanzamiento de nuevos productos y servicios que beneficien a comunidades rurales desatendidas apoyándose en sus canales de distribución en zonas aisladas. Junto con la inversión, BID Invest ayudará a Kingo Energy a implementar un programa de mejores prácticas en aspectos de género, y una estrategia de divulgación para empoderar a las mujeres indígenas.

Sigora Haití ofrece una variante del modelo de Kingo Energy, para el país francófono caribeño, donde es mayor el número de hogares no conectados a la red. También con apoyo de BID Invest y los fondos de Financiamiento Mixto del CTF, Sigora está lanzando microrredes combinando paneles solares, turbinas eólicas y baterías, que dan servicio a comunidades rurales sin necesidad de una fuente de generación en cada vivienda. Es un modelo escalable, en función de la capacidad de generación instalada, que funciona con un sistema de tarjetas de prepago que permiten desbloquear los medidores y acceder a la electricidad.

Hay que tener en cuenta que, en algunas comunidades, tales modelos innovadores representan una forma de transicionar, hasta que llegue la red eléctrica convencional a sus hogares. Pero en muchas otras la revolución va incluso más allá: del mismo modo en que muchos ya no tenemos teléfono fijo, estas comunidades pueden ser pioneras en el mundo de la energía en su apuesta por modelos descentralizados, digitales y sostenibles.

 

 

Escrito por

Joan Miquel Carrillo

Joan Miquel es oficial líder de Financiamiento Mixto en la división de Productos y Servicios Financieros de BID Invest y está basado en Washington DC.

Fernando Cubillos

Fernando lideró hasta 2023 el equipo de Energía de BID Invest, donde ingresó en 2017. Era responsable del desarrollo de estrategias, planes de negocio

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