Pequeños productores y grandes proyectos de infraestructura: acortando distancias
¿Por qué trabajar junto a grandes inversiones?
Una gran inversión, sea esta una explotación forestal, una central eléctrica o, más aun, una carretera, como en el caso del proyecto I-Sur, cambia la economía de un territorio, genera una ruptura en los equilibrios socios-económico existentes. Si bien estos procesos de transformación, generados por factores externos y de gran relevancia son en principio disruptivos, al mismo tiempo ofrecen grandes oportunidades y generan ventajas competitivas, impensables para el desarrollo de los territorios donde se alojan. Considerando que una parte importante del desarrollo de infraestructura en la región se estará dando en áreas relativamente desconectadas y con alta incidencia de pobreza, las transformaciones provocadas pueden efectivamente crear ventajas a esas poblaciones, oportunidades de crecimiento, desarrollo y de integración a mercados.
Sin embargo, el aprovechamiento de nuevas ventajas competitivas del territorio no se da de forma automática. Por el contrario, hay un riesgo importante de que los impactos negativos, como la inmigración descontrolada al territorio afectado o el incremento de la rentabilidad de las actividades ilegales, puedan sofocar las iniciativas de desarrollo productivo sostenibles, creando una dinámica de mayor pobreza y marginalidad. En este sentido, el desarrollo de un programa de apoyo a la población local resulta clave para implantar un círculo virtuoso de salida de la marginalidad y pobreza.
¿Qué nos enseña el proyecto junto a Asociación Odebrecht en Perú?
El programa realizado en los tramos 2 y 3 de la carretera Interoceánica Sur, conocido como I-Sur, superó los enfoques tradicionales de mitigación de impactos negativos, y buscó el desarrollo de un proceso participativo. Las poblaciones afectadas por esta inversión pudieron aprovecharla mejor, incrementando su competitividad y desarrollo productivo, reduciendo al mismo tiempo los riesgos asociados a cualquier gran infraestructura en términos de impactos ambientales y sociales.
La experiencia generada con este programa es importante para determinar el “qué hacer”, las actividades e iniciativas concretas que tengan más efectividad, y el “cómo hacer”, la metodología y enfoques que han dado mejores resultados, especialmente mirando a la sostenibilidad misma del proceso implantado.
Entre los aspectos metodológicos, se destacan como los más importantes:
1. La instalación de procesos participativos, “bottom up”, partiendo por la identificación de las potencialidades económicas y capacidades de los territorios y sus entidades y líderes, para conjuntamente determinar los caminos y prioridades de cada territorio.
2. El impulso hacia la modernización del sector productivo, pero siempre partiendo por las personas y las unidades productivas, fortaleciendo capacidades, en un proceso entonces que quizás haya sido lento, pero que ha demostrado ser sostenible y ha generado autonomía y capacidad emprendedora.
3. La participación de la empresa que va más allá del financiamiento y apoyo a las poblaciones afectadas por la infraestructura mitigando los impactos negativos de esta, sino que construye una alianza para el desarrollo de la población local, lo cual le permite un control adecuado del territorio y una mayor seguridad; factores esenciales para el negocio mismo considerando la intensidad de uso de la carretera.
Entre las actividades realizadas para la construcción de este proceso de desarrollo se destacan:
1. La generación de plataformas de participación entre empresa, sociedad civil y poderes públicos locales y regionales.
2. El apoyo a la asociatividad y el desarrollo de emprendimientos de la población local, así como la determinación de apoyar emprendedores a partir del acceso al mercado. Sobre este punto existe interesantes aprendizajes recogidos en un blog post de Jaime Giesecke (El aporte de la asociatividad: lo qué aprendimos del proyecto I-Sur).
3. El fortalecimiento de las capacidades de las entidades y organizaciones, públicas y privadas, para que puedan ser funcionales al desarrollo de las pequeñas empresas.
4. La inversión en capital humano y desarrollo de líderes.
Para el FOMIN esta ha sido una de sus primeras experiencias de Desarrollo Económico Local en el entorno de influencia de una gran inversión. Y como tal, abre un nuevo espacio de actuación para el FOMIN que busca ahora nuevas colaboraciones con empresas que quieran complementar las tradicionales medidas de mitigación con iniciativas de desarrollo económico local sostenibles, que permitan la inserción económica de poblaciones vulnerables.
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