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La mujer, motor de la transición energética

Que haya más representación femenina en los niveles de mando de las compañías energéticas es un llamado importante. Pero no se trata solo de sumar hasta igualar. Se trata de garantizar que la visión femenina esté representada en toda la cadena de valor del sector de energía.

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El cambio climático ha evidenciado que debemos transformar cuanto antes nuestro modelo energético para reducir la dependencia del carbono y frenar así el calentamiento del planeta. Este proceso requiere del esfuerzo de todos los agentes económicos y para el que contamos con nuevas tecnologías para desarrollar sistemas eléctricos más conectados, eficientes, confiables y limpios. Muchos de ustedes se detendrían aquí. Pero eso no resolvería el desafío que tenemos delante. Hay que incluir una pieza adicional en el puzzle: la perspectiva de género. Veamos por qué.

No es fácil ver la relación a la primera. Y eso hace que, con frecuencia, la cuestión despierte algún recelo. Pero la relación entre transición energética y perspectiva de género es mucho más poderosa e importante de lo que parece a simple vista. Es más, para tener éxito, el proceso de descarbonización de las economías debe incluir la participación, las experiencias y las voces de las mujeres. ¿Por qué? Porque las mujeres se ven afectadas de manera desproporcionada por el cambio climático y tienen conocimientos valiosos y experiencias prácticas para contribuir a la resiliencia de la sociedad. Y porque hombres y mujeres tienen accesos, necesidades y usos distintos de la energía. No reconocer estas diferencias e integrarlas implica dejar fuera a la mitad de la población mundial y despreciar una parte no desdeñable de la tarta energética: la correspondiente a la participación de la mujer como proveedora y consumidora de energía.

Las mujeres somos importantes consumidoras energéticas, por el tradicional papel en las tareas del hogar y en el sector agroalimentario, sobre todo en los países en desarrollo; pero también por el consumo de soluciones innovadoras en un entorno profesional y en el mundo del emprendimiento. Y nuestro rol como proveedoras energéticas es menor de lo que desearíamos por las dificultades que encontramos las mujeres en el acceso a la financiación y a la innovación. A igualdad de condiciones y con las mismas facilidades, las mujeres seremos importantes proveedoras energéticas, como muestran las múltiples iniciativas desarrolladas en países emergentes con hogares sin acceso a electricidad.

El desarrollo de fuentes de energía renovables como la energía solar, eólica, geotérmica y biomasa en América Latina y el Caribe tiene un enorme potencial para mejorar drásticamente la vida de las mujeres en zonas rurales, evitando que tengan que desplazarse para recolectar agua o combustible para cocinar o limitar su actividad a las horas de luz. Un suministro de energía estable es un gran catalizador para mejorar el desarrollo económico, proporcionando electricidad para maquinaria de producción, procesamiento agrícola, bombas de agua, telecomunicaciones… pero también para la provisión de educación básica y servicios de atención médica.

Dicho esto, el análisis sobre el peso actual de la mujer en el sector de energía es bastante desalentador: apenas representa el 16% de los puestos en los consejos de administración de las grandes compañías eléctricas internacionales y, al ritmo actual, se necesitarían 72 años para llegar a representar el 40%, según datos de la consultoría EY.  A nivel de plantilla, se calcula que las mujeres representan menos del 20% de la fuerza laboral del sector energético.

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Que haya más representación femenina en los niveles de mando de las compañías energéticas es un llamado de acción importante porque el poder y la influencia en el mundo corporativo sigue siendo muy vertical. Pero no se trata solo de sumar hasta igualar. Se trata de garantizar que la visión femenina esté representada en toda la cadena de valor del sector de energía.

Utilicemos las capacidades y habilidades femeninas y su especial sensibilidad a la revoluciónsostenible. Sí, tenemos esa sensibilidad; no es una afirmación gratuita. Las mujeres suponemos el 35% de la plantilla de las principales compañías de energías renovables del mundo, porcentaje que supera ampliamente su representación entre las energéticas tradicionales, según datos de la Agencia International de Energía Renovable (IRENA en sus siglas en inglés) recogidos en el informe de la organización Women in sustainable energy, climate change, and environmental protection (WISE).

El mismo estudio cita el ejemplo que dos de las grandes petroleras internacionales, Royal Dutch Shell y BP, que se han fijado objetivos de descarbonización bastante más agresivos que sus competidores y destacan también sobre la competencia por tener una mayor representación de mujeres en el que consejo de administración (54%, Shell y 40%, BP).  Los datos recabados por BloombergNEF tras analizar 11.700 compañías internacionales en el estudio Gender Diversity and Climate Innovation corroboran que las empresas con mayor diversidad de género en sus consejos (30% o más) logran contener mejor el crecimiento de sus emisiones de carbono (0,6%) que aquellas sin presencia femenina (3,5%). Casualidad, dirán algunos. Bueno… preferimos pensar que las casualidades no existen. Todo pasa por algo.

Hasta el cambio climático tiene su razón de ser si es la alerta que todos necesitábamos para ponernos a trabajar en la dirección correcta. Aprovechemos todo el potencial del que disponemos, de hombres y de mujeres, con nuestras diferente visiónes y necesidades, para aprender la realidad con todos sus matices, ángulos. Incluyamos la perspectiva de género en todos los aspectos susceptibles del sector energético: en políticas hacia la transición energética justa y equitativa, en proyectos, en planes concretos de desarrollo de energías renovables, en iniciativas de eficiencia energética, en las acciones contra el cambio climático, en la protección del medio ambiente, de economía circular y de otros Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) relacionados.

Ese es el gran doble reto al que nos enfrentamos: impulsar en paralelo diversidad y descarbonización. El primer ingrediente alimenta y refuerza el segundo y, juntos, permitirán desarrollar las soluciones innovadoras e inclusivas que necesitamos para abordar la transición hacia sistemas energéticos más limpios y tecnológicamente más avanzados.

Ahora sí. Con la inclusión de la perspectiva de género, ya tienen todas las piezas del puzzle de la transición energética perfectamente identificadas. ¿Nos ayudan a encajarlas?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Autores

Gema Sacristán

Gema Sacristán es la directora general de negocio de BID Invest. Se unió al Banco Interamericano de Desarrollo en el 2008 como oficial de inversión

Patricia Tatto

Patricia es Presidenta y fundadora de Mujeres en Energías Renovables México (MERM), asociación sin fines de lucro en el sector de las energías renovab

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