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¿Cómo pueden las instituciones financieras hacer frente al riesgo climático?

El cambio climático está cambiando la forma de hacer negocios, en todos los sectores. Por eso, cómo abordar el riesgo climático y la continuidad de los negocios, desde la perspectiva de la gestión del portafolio en una institución financiera, ha sido mi pregunta de trabajo en los últimos meses.

Para algunos, el cambio climático es una posición política, para otros es un concepto demasiado abstracto. Sin embargo, el riesgo climático es más fácil de aproximar si se relaciona con los activos abandonados (stranded assets), la continuidad de las operaciones, y la infraestructura sostenible. Otra forma de acercarnos al riesgo climático es observando cómo afecta al turismo, no solo a través de interrupciones cada vez más comunes, como huracanes o lluvias, sino las consecuencias que el cambio climático genera, como el desarrollo de nuevos ecosistemas en zonas turísticas afectan a la industria. Por ejemplo, a medida que las playas del Mediterráneo se vuelven más cálidas se crean hábitats para medusas venenosas, lo que ahuyenta a los turistas y causa pérdidas por más de 30 millones de euros de ingresos al año, a lo largo de la costa mediterránea de Israel.

¿Cómo facilitar la gestión de los riesgos climáticos?

El cambio climático no solo afecta al turismo, también está agravando los daños a la infraestructura y los sistemas de producción, incluidas las cadenas de suministro. Por ejemplo, en el sector agroindustrial, el precio del trigo está aumentando drásticamente, debido a olas de calor en Europa. Mientras que, los precios del algodón están subiendo, debido a las sequías en los mercados emergentes. Esto también incrementa el riesgo de estos negocios, desde la perspectiva financiera.

Para que las instituciones financieras puedan hacer frente al riesgo climático, abordarlo desde la una perspectiva de gestión de cartera puede facilitar su gestión. Uno de los indicadores que puede ayudar es el valor en riesgo (#VaR) y los escenarios de flujo de efectivo descontados, con diferentes niveles de interrupciones en los negocios. Otras métricas a considerar son el riesgo percibido, cuando se trata de crear una mayor base de inversores, que se enfrentan a nuevos modelos de negocios, o de trabajar con cadenas de suministro, que están más expuestas a las irrupciones asociadas al cambio climático.

Para reducir el riesgo financiero que conllevan estos fenómenos climáticos, desde la perspectiva del inversor también existen otros instrumentos. Entre los instrumentos están las garantías completas, que han atraído inversores institucionales a mercados de productos y servicios más innovadores y nuevos modelos comerciales. Entre ellos destacan las redes eléctricas operadas por privados, las soluciones de movilidad eléctrica, la información para mejorar la producción de alimentos y la agricultura de precisión, así como la gestión de la infraestructura de forma más resiliente y sostenible.

A medida que la innovación en los servicios relacionados con el clima esté disponible otros enfoques estarán disponibles, atrayendo financiación y desarrollo tecnológico. Estamos asistiendo al desarrollo de una nueva clase de activos verdes e inversiones resilientes al clima que requieren pensar de manera innovadora, pero al mismo tiempo, teniendo en cuenta las métricas consistentes con (el también cambiante) sistema financiero.

Aquí un breve video, en inglés, del Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima, con algunas ideas iniciales, pero la discusión apenas comienza.

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Escrito por

Enrique Rebolledo

Enrique Rebolledo es oficial de sinergias público privadas en cambio climático en BID Invest, con más de 16 años de experiencia en financiación cli

Financial Institutions

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