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Minar Bitcoin en América Latina: oportunidades…y ¡peligros!

El descubrimiento de las primeras pepitas de oro en la granja del General Sutter devino en una verdadera “fiebre del oro” en Estados Unidos. A mediados del siglo XIX, California atrajo a una generación de inmigrantes y aventureros que, a fuerza de pico y pala, buscaban alzarse con enormes riquezas en un abrir y cerrar de ojos. Eso sí, requería capital, energía y suerte. También se corrían grandes riesgos, tanto económicos como físicos.

Minar Bitcoin en América Latina: oportunidades…y ¡peligros!

Según la narrativa familiar, mi tío-bisabuelo estuvo entre quienes se dejaron tentar por la fiebre minera, dejando atrás la Irlanda de malas cosechas de papa y de políticas económicas dictadas desde Londres. Como para la gran mayoría de inmigrantes, sus sueños de riqueza dorada pronto se esfumarían. No obstante, con el correr de las décadas, California se convertiría en un estado vibrante, donde prosperaría el comercio, y las industrias del cine, la aeronáutica, y más recientemente la tecnológica. La “fiebre del oro” y la iniciativa de aquellos pioneros fueron los catalizadores de la vibrante economía californiana, que hoy continúa extendiendo riqueza y beneficios a escala global.

Minando Bitcoin

Hoy vivimos un mundo donde lo real y lo virtual se fusionan. En un mundo en el que los datos son considerados el nuevo petróleo, no es de extrañar que la minería de moda sea la de los datos y, más específicamente en épocas recientes, del Bitcoin. Pero ¿en qué consiste “minar” Bitcoin?

Bitcoin es una criptomoneda basada en la tecnología de “Blockchain”. Esta tecnología es, ni más ni menos,  una larga cadena de registros, un “libro mayor” digital, descentralizado, inmutable, secuencial y encriptado. La cadena no es controlada por autoridad central alguna, sino por una enorme red de computadoras que verifican que la información guardada en los bloques que la conforman sea consistente. La clave para la seguridad de la “cadena de bloques” es un hash, un bit de matemática criptográfica que hace que los enlaces entre los bloques sean prácticamente irrompibles.

Regresando a Bitcoin, la criptomoneda es originada mediante un proceso de “minería” en la que “mineros” compiten por resolver complejos problemas matemáticos mediante computadoras que corren algoritmos. Cada diez minutos, quien resuelve el problema y valida la cadena con la comprobación de al menos el 51% de los mineros es el minero ganador. Y la nueva cadena es encriptada con un nuevo bloque y copiada en todas las computadoras de la red. Claro que la recompensa para el minero ganador es otorgada en Bitcoin. Nada mal, considerando que el valor de un Bitcoin ha subido de US$700 a US$16.789 en tan solo el último año (valor al 14 de diciembre de 2017).

¿Qué necesitamos para minar Bitcoin?

Al igual que sus homólogos de hace siglo y medio, un minero requiere de algún capital, el Antminer S9, un hardware “plug and play", bastante energía para hacer funcionar dichas computadoras día y noche, y muchísima suerte, para adivinar la solución en base a capacidad computacional bruta. La competencia por minar Bitcoin es brutal y, hoy en día, ineficiente sin economías de escala. Además, parecido a lo que sucedió con aquellas pepitas de oro californianas que cada vez resultaron más escasas, el número total de Bitcoins a ser minado es fijo.

Curiosidades americanas

A diferencia de la “fiebre del oro”, para minar Bitcoin no hace falta emigrar a Silicon Valley. Las tecnologías digitales son agnósticas a la geografía, mientras que benefician a aquellos más desesperados por encontrar soluciones a sus problemas más apremiantes.

En Venezuela, el caso de la minería Bitcoin es emblemático, y hay quienes creen que podría ser el primer país del mundo en adoptar Bitcoin como moneda. El país sufre de alta inflación y de una moneda debilitada. Pero cuando se le agrega el dato de que la energía en Venezuela es prácticamente gratuita, el país acumula algunos de los ingredientes que lo podrían convertir en un paraíso para los mineros. No obstante, el uso indiscriminado de energía ya ha provocado roces no menores entre los mineros y las autoridades.  Asimismo, en Estados Unidos, el emprendedor Bitcoin Charlie Shrem fue arrestado y acusado de conspiración por facilitar el uso de la criptomoneda en la plataforma Silk Road.

Por un lado, es evidente que hay demanda por una unidad de valor digital creíble y sin intromisión de autoridades centrales. Por otro lado, esto genera una tensión lógica con los jugadores tradicionales (ej. gobiernos, bancos centrales) y el deseo de delinear reglas de juego básicas, en un contexto donde la realidad avanza mucho más rápido que la posibilidad de regularla. Mientras tanto, la fiebre del Bitcoin se mantiene, y el ecosistema Blockchain no deja las primeras planas. La compañía latinoamericana Ripio, con su modelo de negocio de préstamos persona-a-persona, ¡ha levantado $37 millones vendiendo vales (tokens) mediante una “ICO” (“Colocación Inicial de Moneda”)!

La “fiebre del oro” atrajo a inmigrantes aventureros a las sierras californianas. Como sucedió con los irlandeses, venían expulsados por malas administraciones e infortunios varios, pero dispuestos a arriesgarlo todo. Como resultado, la economía californiana es una de las más dinámicas del mundo. Hoy en día, la fiebre del Bitcoin está atrayendo a otro tipo de minero, a un minero digital.  Algunos tendrán éxito, y se harán de la preciada moneda. En ciertos países, algunos quedarán presos, acusados de despilfarrar electricidad. Pero para muchos, la minería en criptomonedas es vista como uno de los engranajes de una nueva tecnología, que a largo plazo puede servir como una alternativa a ciertas monedas fiduciarias, haciendo que la economía digital sea aún más eficiente.  Eso sí, mineros e inversores, ¡procedan con cautela!

Autores

Guillermo Mulville

Guillermo lidera el equipo de Telecomunicaciones, Medios y Tecnología (TMT) de BID Invest, adonde ingresó en 2016. Es responsable del desarrollo de

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