Empoderamiento de las mujeres de zonas rurales en la agricultura
A principios de noviembre, en el Fondo Multilateral de Inversiones (FOMIN), miembro del Grupo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), llevamos a cabo un taller en Washington para determinar cuál es el papel de este asunto en América Latina y el Caribe. El propósito era profundizar en las lecciones aprendidas de los proyectos del FOMIN que buscan proveer y aumentar los ingresos de estas mujeres de zonas rurales.
América Latina y el Caribe cuentan con el 28 por ciento de la tierra cultivable que existe alrededor del mundo, así como terrenos que son potencialmente más adecuados para el cultivo de secano que cualquier otra región del planeta. El desafío es traducir esta vasta dotación de recursos en ingresos más elevados para los 14 millones de agricultores a pequeña escala de la región. Debido a que más del 40 por ciento de la población depende de la agricultura para su sustento, tener acceso a mercados de valor superiores ―tanto locales como mundiales— podría ser la principal fuerza para reducir la pobreza.
Diferencias de género en la agricultura y el potencial infrautilizado de la mujer
Alrededor del mundo, las mujeres tienen un papel importante como productoras agrícolas, trabajadoras domésticas no remuneradas o como empleadas asalariadas en grandes empresas agrícolas. Sin embargo, las mujeres agricultoras tienen menos acceso que los hombres a la tierra, las finanzas, los servicios de extensión y tecnología, así como a las oportunidades de trabajo en los mercados de alto valor.
Esto impone mayores costos para el sector agrícola, la economía en general y la sociedad, así como para las mujeres mismas y sus familias.
En muchos países de América Latina, del 70 a 90 por ciento de los propietarios formales de tierras de cultivo son hombres. Investigación del Banco Mundial sugiere que si las mujeres tuvieran el mismo acceso a los recursos productivos que tienen los hombres, podrían incrementar la producción de sus tierras hasta en un 30 por ciento. Esto podría aumentar la producción agrícola total en los países en vías de desarrollo hasta en un cuatro por ciento, lo cual, a su vez, reduciría el número de personas que padecen hambre en el mundo hasta en un 17 por ciento.
En el sector empresarial agrícola, a las mujeres se les contrata principalmente para tareas manuales que requieren pocas habilidades, mientras que los trabajos de los hombres a menudo conllevan operar maquinaria. En la industria de la cosecha de flores de Colombia, por ejemplo, entre 60 y 80 por ciento de los trabajadores no calificados son mujeres, y la participación de las mujeres en puestos directivos o profesionales es mucho menor.
Dos estudios nuevos:
Socios clave participaron en el taller: organizaciones sin fines de lucro como Technoserve, Root Capital y Banca Mundial de la Mujer (Women’s World Banking), además de Organic Products Trading Company y MEDA. Durante el taller, se presentaron dos estudios: "Improving Rural Livelihoods: A Study of Four Guatemalan Coffee Cooperatives" (mejora de los medios de vida rural: un estudio de cuatro cooperativas cafetaleras de Guatemala), elaborado por Root Capital (ver el blog relacionado aquí) y Making Women’s Work Visible: Finance for Rural Women (hacer el trabajo de la mujer más visible: financiamiento para las mujeres de zonas rurales), elaborado por la Banca Mundial de la Mujer.
El estudio de Root Capital encontró que cuando las mujeres se unen a las cooperativas de producción cafetalera, ellas y sus hogares se benefician. A pesar de tener acceso equitativo a las cooperativas y de reportar mejoras significativas en la calidad de vida desde que se unieron, los hogares que las mujeres representaban en las cooperativas obtenían menos beneficios en términos absolutos que los que los hombres representaban. Esto se debe en gran parte a que los hogares con miembros femeninos de la cooperativa tienen parcelas más pequeñas y menos mano de obra familiar para dedicarse a la agricultura. Además, como resultado de la discriminación explícita y las normas tradicionales, las mujeres conforman una minoría entre los miembros de las cooperativas y participan mucho menos que los hombres en la gobernanza, el liderazgo y la toma de decisiones.
La Banca Mundial de la Mujer ha liderado la expansión del acceso que las mujeres de bajos ingresos tienen a las finanzas. Su estudio describió cómo sus instituciones financieras asociadas llegaron a 68.000 nuevos clientes en zonas rurales de Paraguay, Colombia y Perú; 46 por ciento de ellos eran mujeres. La Banca Mundial de la Mujer logró esto ayudando a las instituciones financieras para que tomaran varias medidas inteligentes:
- Adaptar sus productos a los ciclos de las cosechas;
- Ofrecer a las mujeres una serie de productos financieros ―como cuentas de ahorro y pensiones, además de préstamos― y crear estrategias de mercado específicas con enfoque en la mujer;
- Proporcionar a sus clientas asistencia técnica sobre cómo incrementar la producción y venta de cosechas; y
- Garantizar que los gerentes senior de las instituciones adquirieran la nueva estrategia y la reforzaran ofreciendo incentivos a sus agentes de crédito para brindar servicio a clientas.
En el caso de Interfisa Financiera en Paraguay, los esfuerzos del Banco Mundial de la Mujer casi triplicaron la participación de las mujeres en la cartera rural de la institución en un lapso de un año: de 12 a 35 por ciento.
Esta labor seguirá siendo una prioridad. Los riesgos son altos y los clientes son el principal enfoque: las tierras, las empresas y los hogares de los pobres y vulnerables. Nos comprometemos a seguir trabajando con la Banca Mundial de la Mujer, Root Capital, así como otras instituciones que brinden oportunidades para que las mujeres de zonas rurales alcancen su máximo potencial como creadoras de valor.
¿TE GUSTA LO QUE ACABAS DE LEER?
Suscríbase a nuestra newsletter para mantenerse informado sobre las últimas noticias de BID Invest, publicaciones de blog, próximos eventos y para obtener más información sobre áreas específicas de interés.
Suscribirse