Las finanzas se adaptan al cambio climático
De hecho, América Latina y el Caribe pierde, en promedio, 1.21% de su producto interno bruto (PIB) por daños económicos asociados al cambio climático, según el Índice de Riesgo Climático 2017. Estos eventos son dispersos geográficamente, pero cada vez ocurren más frecuentemente y generan costos inesperados. El impacto del cambio climático está en todos lados: desde carreteras dañadas y puentes destruidos que impiden que los productos lleguen a su mercado de destino, hasta las variaciones en la calidad y los impactos en el rendimiento de agroindustrias como el café y el cacao. Incluso, se refleja en el riesgo de continuidad de los negocios que una empresa puede tener al momento de tomar un crédito bancario.
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Por esta razón, más de 280 inversionistas están tomando medidas para asegurar que los riesgos asociados al clima sean expuestos formalmente, de cara a tomar decisiones mejor informadas. Este cambio, asociado a las nuevas regulaciones y a la reducción en los costos de tecnología, está generando una tendencia de desinversión en activos abandonados (stranded assets). Además, hoy los inversionistas institucionales prefieren sectores más limpios, como la energía solar. Esto abre una ventana de oportunidad, donde las entidades financieras de América Latina y el Caribe ya están tomando el liderazgo.
¿Cuáles son las oportunidades para el sector financiero?
El cambio climático está acelerando la transición hacia economías más flexibles, verdes y circulares. En América Latina y el Caribe vemos cómo el sector financiero está desarrollando y utilizando productos financieros que sólo se explican por la existencia del cambio climático:
- Bonos verdes para entidades financieras. Los bonos verdes y/o del clima son una nueva alternativa de financiación, y han empezado a florecer rápidamente en la región, con proyectos de energía solar en marcha, como Solar City en México.
- Fondos de inversión. El Fondo Canopy de Ecotierra es un ejemplo de este caso, ya que busca diversificar los riesgos asociados al cambio climático en la producción de café y cacao, atrayendo tanto a inversionistas de impacto como financiación de la cadena de suministro.
- Finanzas del clima. Las finanzas del clima han ayudado a poner en marcha alianzas público privadas (APP). Por ejemplo, en Chile, se está reemplazando el alumbrado público con tecnología LED, con apoyo del Fondo Climático Canadiense para el sector privado de las Américas (C2F).
- Cambios en los modelos de negocios. Los bancos empiezan a internalizar el cambio climático en la valoración del crédito, por ejemplo, analizando el flujo de cada uno de sus clientes de acuerdo al segmento en que se encuentran.
En BID Invest (conocido anteriormente como Corporación Interamericana de Inversiones), el brazo para el sector privado del grupo BID, estamos desarrollando enfoques y herramientas que permitan reducir y transferir los riesgos de las inversiones, facilitar el desarrollo de alianzas público-privadas, y fomentar la innovación financiera para adecuar los productos financieros a la nueva realidad inestable que presenta el cambio climático.
Estos son apenas algunos ejemplos sobre cómo aprovechar las finanzas del clima. Lo que está claro es que el cambio climático está abriendo nichos de oportunidad a sectores emergentes que requieren financiación muy específica a sus necesidades.
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