La región necesita más inversiones para satisfacer las necesidades básicas de salud y educación, ampliar el acceso a los servicios, mejorar su calidad y modernizar o reemplazar la infraestructura obsoleta.
Atender las entidades básicas
Uno de los problemas básicos del sistema de salud es que la infraestructura física está volviéndose obsoleta y se le hace poco mantenimiento. El BID estima que la inversión requerida en esta área en la región es de cerca de 100.000 millones de dólares, tanto para reemplazar hospitales, clínicas y equipos médicos antiguos como para modernizar la infraestructura existente de conformidad con las normas de eficiencia energética vigentes hoy.
El acceso a la atención médica mejoró en la región; sin embargo, aún no es suficiente cuando se lo compara con el de los países más desarrollados. Un informe realizado en 2017 por la Organización Panamericana de la Salud (OPS) reveló que América Latina y el Caribe dio pasos importantes en los últimos años en los indicadores de mortalidad materno-infantil, salud reproductiva, enfermedades infecciosas y desnutrición. El cuidado prenatal –medido como el porcentaje de embarazadas que tuvieron al menos cuatro controles prenatales– subió del 72,6% en 2005 al 85,7% en 2016. Sin embargo, eso aún deja una brecha considerable; y existen profundas inequidades en la cobertura de salud entre los países y dentro de cada uno de ellos.
La educación es otra de las áreas en las que el progreso en la región no es parejo. Por el lado positivo, la escolaridad primaria es casi universal y la matrícula de la educación secundaria pasó del 69% al 77% en los últimos 20 años, según el BID.
Sin embargo, los estudiantes de la región no tienen un desempeño similar al de sus pares en regiones más desarrolladas. En la versión de 2015 de la evaluación PISA –Programa Internacional para la Evaluación de Estudiantes, administrado por Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE)–, la mayoría de los países de América Latina y el Caribe se ubicó en el tercio inferior del ranking. De los nueve participantes de América Latina y el Caribe, Chile registró el mejor desempeño en las tres categorías (ciencia, lectura y matemática); pero, así y todo, su rendimiento se situó en la mitad inferior de los 70 países participantes, según un análisis del BID. La evaluación se realiza cada tres años a estudiantes de 15 años de todo el mundo.
Tal como sucede con la atención médica, la infraestructura de educación de América Latina y el Caribe necesita modernizarse y mejorarse. Los espacios de aprendizaje de las escuelas suelen ser inadecuados y estar distribuidos en forma desigual; los alumnos de menos recursos económicos y los que asisten a escuelas rurales son los más perjudicados. Solo cerca del 65% de los estudiantes de la región asiste a escuelas con aulas bien equipadas o con al menos un espacio académico además de aulas, según datos del BID.
En resumen, cuando se trata de necesidades básicas, gran parte de la región aún carece de los servicios que necesita. Si bien los servicios de educación y salud son fundamentalmente brindados por el sector público, la escala de las necesidades y los desafíos fiscales actuales llevan a que los gobiernos no puedan mejorar solos este cuadro de situación.
