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Del conocimiento a la realidad: igualando las condiciones para las mujeres

Quizás fue casualidad que durante la misma semana el FMI publicara “La mujer, el trabajo y la economía: Beneficios macroeconómicos de la equidad de género”, la Clinton Global Initiative anunciara numerosas iniciativas para empoderar a mujeres, y que el BID iniciara con Jackie VanderBrug una serie de conferencias de destacados e influyentes profesionales que promueven las mujeres en el sector privado. Desde hace mucho tiempo, el asunto del género está atrayendo la atención que merece.

MIF_woman entrepreneur_compressedDurante mi carrera profesional en el BID, y previamente, he colaborado con numerosas mujeres profesionales.  De hecho en estos años, cuatro de mis jefes fueron mujeres-cada una de estas experiencias me proporcionó un vistazo a estilos efectivos de liderazgo y a formas únicas de lograr que el trabajo se realice.

Estas experiencias y muchas más me han demostrado que las mujeres pueden hacer una mayor contribución a nuestros logros y al desarrollo de la región si se establecen políticas y prácticas conscientes con la equidad de género para igualar las condiciones.

Hay una creciente línea de pensamiento que lidera y apoya esto. En “La mujer, el trabajo y la economía”, la directora gerente del FMI, Christine Lagarde, hace un llamado a las autoridades de apuntar soluciones que den a las mujeres las mismas oportunidades de participar en la fuerza de trabajo. La brecha de capital de trabajo femenino contribuye a una pérdida del 27% del PIB per cápita.

Algunos de ustedes habrán oído hablar sobre un estudio que McKinsey publicó hace un mes, “Why top management eludes women in Latin America”. El informe del sector privado reveló que actualmente el 60% de los ejecutivos de América Latina cree que las empresas con diversidad en sus equipos de liderazgo, aquellos que incluyen un número significativo de mujeres, generan mayores retornos financieros. En los últimos años, el porcentaje de encuestados latinoamericanos que señalaron la diversidad de género como una prioridad casi se duplicó (del 21 al 37%). Hoy en día, los resultados de la región ya se equiparan con los de todo el mundo.

Si bien esto podría ser un indicativo del cambio que está por venir, la realidad todavía va por detrás. Entre nuestros clientes y socios en el BID, todavía vemos pocas mujeres en los principales equipos ejecutivos, una evidencia experimentada por mí y confirmada por los resultados de McKinsey.

Entonces, ¿dónde está la desconexión?

En el trabajo del BID con el sector privado, buscamos hacer más, tanto a nivel organizacional como de operaciones. De hecho, nuestra agenda y las recomendaciones de McKinsey coinciden en algunos puntos: promocionar la contratación y los programas de promoción laboral, ofrecer condiciones de trabajo flexibles y una red de trabajo de apoyo, con ejemplos y mentores.

Conocer con un modelo a imitar fue una de las razones por las que fue tan importante contar con la charla de Jackie, ya que su carrera refleja la determinación por el impacto y cambio social, con una historia de valiente liderazgo. Ella ha luchado en varios temas por mover los mercados hacia las buenas contribuciones que las mujeres aportan en nuestras sociedades, y ha acuñado términos como “women-omics” (economía de mujeres) y “gender lens investing” (inversiones con visión de género” para animar a la toma de decisiones que apoyan la equidad de género a la vez que se busca retorno financiero.

Su trabajo con mujeres emprendedoras de todo el mundo y un reciente artículo sobre el tema comparte varias sinergias con las del BID, y nuestros clientes del sector privado están mostrando un interés creciente en evaluar las brechas financieras y productivas y diseñando productos financieros y herramientas más específicas en temas de género. Una entrada en el blog del Consultative Group to Assist the Poor (CGAP) de esta semana, escrito por la gerente general del FOMIN Nancy Lee, ahonda también en cómo el acceso a financiamiento puede hacer crecer las empresas de mujeres.

Dicho esto, quizá no es del todo una casualidad. Quizá es que finalmente se están uniendo esfuerzos.

En las instituciones financieras internacionales, así como en las empresas privadas y otras agencias públicas, estamos desplegando cada vez más los recursos necesarios para nivelar las condiciones de igualdad en nuestras oficinas y en nuestro trabajo, en especial en países en desarrollo donde las diferencias de género son más evidentes. Nuestro diseño, implementación, medición y, en caso de que sea necesario, calibración colectiva será lo que nos permitirá convertir la equidad de género en una realidad.

Autores

Hans Schulz

Hans Schulz es asesor independiente de inversiones sostenibles emergentes. Previamente, se desempeñó como vicepresidente interino del Sector Privado y

Development Impact

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